Entrevistas de pasaje

 Para mí no hay diferencia en la dirección de la cura con los analizantes de Umbral y los que no lo son. Pero en mi práctica sí que encuentro una diferencia en la variedad de nacionalidades y de lenguas y en cierta medida de clases o estamentos sociales de quienes acuden a pedir una “terapia” en Umbral. También hay una diferencia en la cuestión de las primeras entrevistas ya que en Umbral están precedidas por una entrevista llamada “de derivación”.

Esta entrevista tiene por objetivo saber a quién se va a derivar al solicitante, ya que además de escuchar sus preferencias (y si es posible adaptarse), si querría un o una analista, si necesita alguien que hable su idioma porque todavía no habla castellano ni catalán, cuánto puede pagar, etc., tenemos que elegir el profesional adecuado.

 Por otra parte, al inscribirse en la lista de profesionales el analista dice qué tipo de pacientes no podría o querría recibir. Por ejemplo cuando era joven recibía niños y la gratificación que podía experimentar por su mejoría era mayor que el hecho de lidiar con algunos padres o maestros. Otros analistas no trabajan con psicosis, o adicciones, aunque a veces  sólo  mucho más adelante en el tratamiento es posible hacer un diagnóstico.

La entrevista de derivación puede ser certera, o puede fallar, en cuyo caso el solicitante puede pedir otro analista porque no ha habido un buen primer contacto. 

Quienes derivan deben además tener cuidado de no establecer una transferencia ahondando demasiado ya que eso puede dificultar la transferencia posterior. Se ve así la finura y precisión que van adquiriendo quienes hacen este trabajo.

En una interesante conversación con Verónica Bogao, que cumple también esta función, comprendí la diferencia clara entre primeras entrevistas y entrevistas preliminares, pues éstas lo son après coup, cuando el paciente entra en análisis y le llamamos analizante. Estas últimas pueden durar días o meses, según el caso.

Antes de pasar al tema de mi título, “Entrevistas de pasaje”, haré algunas reflexiones sobre las ideas de Freud y de Lacan al respecto.

En su texto de 1912 “Iniciación del tratamiento” Freud dice que dará algunos consejos. Se refiere a las aperturas y finales del ajedrez y sus reglas, y sostiene que son análogas a las reglas del análisis.  Y añade

que últimamente ha adquirido la costumbre de advertir a los “enfermos” sobre los cuales tiene pocos datos, que sólo puede encargarse de ellos provisionalmente, para que no se sientan mal cuando deba interrumpir el análisis por estar contraindicado. Y considera que ese es el único medio de prueba de que disponemos.

Esta iniciación del tratamiento con un período de prueba dice Freud, tiene además una motivación diagnóstica, pues dice, ante una neurosis muy acentuada y relativamente reciente tenemos que preguntarnos si no se tratará de un caso de demencia precoz (o parafrenia como él prefiere llamarla). Si el “enfermo” no padece ni histeria ni neurosis obsesiva no podremos mantener nuestra promesa de curación. Freud insiste en que

hay que tener cuidado con un error diagnóstico y hacer un “tratamiento de ensayo” para evitarlo.  Aunque igualmente se deben tratar con el paciente las cuestiones del tiempo y del dinero.

Jacques Lacan coincidía en que las primeras entrevistas tenían el valor de establecer un diagnóstico, pero no para descartar a los posibles psicóticos sino para llevar la cura de otra forma y no hacer intervenciones que pudieran desencadenar un delirio. Su lema era “no retroceder ante la psicosis”.

En general, los pacientes que me llegan están bien derivados y continúan más allá del año pactado con Umbral. Unos pocos abandonan pronto, porque no encuentran lo esperado, un alivio rápido y casi mágico de sus sufrimientos, acostumbrados y engañados por la inmediatez de los tuits  y de la medicación.

Últimamente había comprobado que, contrariamente a lo habitual, estaba comunicando a Coordinación que tal o cual paciente había dejado el análisis. Y al reflexionar sobre estos casos pensé en llamar a estas entrevistas “de pasaje”.

Como sabemos Barcelona es aún una sociedad bastante cosmopolita, no sólo por la llegado de inmigrantes de diversas nacionalidades sino también por los muchos estudiantes que vienen a realizar maestrías o doctorados. Aunque actualmente van disminuyendo por la pandemia y también porque muchos doctorados se imparten en catalán. Salvo en alguna universidad privada donde se dan en inglés.

Llamo a estas entrevistas “de pasaje”, porque después de haber revisado mis notas y reflexionado sobre ellas, advierto que tras un tiempo de análisis estas personas decidían volver a sus países de origen. No lo consideré como una resistencia al análisis. Aunque como Freud indicaba, hay que trabajar como si se tratara de un análisis.

Estos analizantes se daban cuenta de una u otra forma, por alguna intervención mía o el análisis de algún sueño o de otras formaciones de lo inconsciente, de que estaban confundidos con su proyecto o cumpliendo algún mandato superyoico y que necesitaban estar en su país y sobre todo los más jóvenes, cerca de sus familias.

El hecho de no tener un objetivo claro en sus vidas en ese momento les hacía pensar en la falta de sentido de sus actos y de la existencia en general, dando a sus discursos un matiz melancólico y desestructurado. Habían hecho sus demandas de “terapia” por “ataques de pánico” o estados de angustia permanente.

Estos son algunos ejemplos, a los que me referiré con iniciales y cuidando el anonimato en los demás aspectos.  

Z: es una joven española (de fuera de Cataluña) que se presenta como investigadora científica, y que padece los mencionados “ataques de pánico” y sobre todo incapacidad de concentración para terminar su trabajo de final de máster. Dice que la ha contratado una institución pública que trabaja junto a una empresa privada. Es ayudante de investigación. Su tema de investigación es una enfermedad mental desde el punto de vista neurológico, y trabajando con resultados de otras investigaciones cruzadas, se supone que esta empresa encontrará un medicamento para esa enfermedad mental. Durante las sesiones me pregunta mucho por la teoría psicoanalítica sobre esa dolencia. 

Hizo su carrera y su máster aquí, y durante esos estudios llevó una vida muy agitada, con consumo de drogas, salidas nocturnas, relaciones sexuales bastante promiscuas, peleas con los supuestos amigos y hasta una enfermedad que la obligó a un ingreso hospitalario, sobre el que nada dijo a sus padres. También pasó un período de anorexia. Cuando pide ayuda en Umbral, está tan angustiada que a veces se da de cabeza contra la pared.

A medida que le voy haciendo preguntas y que eso le permite explicarme su infancia y su vida actual, va quedando claro que ha querido presentarme a mí (y a su derivadora) una imagen falsa de investigadora científica. Está contratada para hacer las prácticas, y no tiene la menor idea de cómo redactar su trabajo de fin de máster. Tiene que hacer pedidos de prolongación del tiempo de entrega, lo que la sume en gran inquietud. 

Esta imagen ideal es fundamentalmente la que impidió que llamara a sus padres cuando estuvo ingresada, que explique que con motivo de sus relaciones sexuales cruzadas haya perdido sus amigas y que, hasta ahora, tal vez gracias a la pandemia, no haya podido reconocer que no puede más. Empieza el confinamiento y sus compañeros de piso que también llevan una vida desordenada, se contagian y ella tiene que hacer cuarentena.

Cuando puede regresar, después de varias sesiones, acepta que tiene que volver a su casa y empezar allí unos estudios que estén a su alcance. Esto le cuesta mucho, porque ella quería satisfacer a sus padres, siendo el padre un trabajador extranjero que le había costeado los estudios con mucho esfuerzo.

El trabajo realizado en estas entrevistas y por supuesto la amenaza que constituía la pandemia, la ayudaron a reconsiderar su situación.

Otro caso es un joven al que llamaré E. Es un joven también de una comunidad autónoma lejana, que supuestamente ha venido para estudiar “algo” y alejarse del ambiente provinciano de su pueblo. Mientras tanto trabaja en un “call -center” porque sabe dos idiomas. Igual que Z ha llegado a tener expectativas exageradas de sus posibilidades aquí, pues el trabajo que ha conseguido no coincide con sus ideales. Es tímido, está solo, no sabe hacer amigos y durante estas primeras entrevistas queda claro que su partida de su casa tiene más que ver con la rivalidad con su hermano mayor, que ha decidido irse y al que le ha ido bien en la ciudad extranjera a la que se ha ido. Por el contrario, E tenía posibilidad de trabajar en el negocio familiar y estudiar al mismo tiempo si se quedaba.

Cuando se da cuenta de su motivación reprimida decide volverse. Ese “algo” que quería estudiar podría decidirlo en su ciudad y en todo caso viajar más adelante con más herramientas para enfrentarse a las dificultades de la vida real.

Otra joven, B. es italiana. Tiene una carrera y un diploma que aquí en España no le convalidan. También trabaja en un “call-center”. Gana poco y está muy sola. Establece una especie de relación que difícilmente podría calificarse de amorosa, con un obsesivo grave, avaro y agresivo, que sólo la lleva a su casa para tener sexo y cuando salen a comer nunca la invita, a pesar de que tiene una profesión liberal y gana dinero.

 Por su deseo de salir del pueblo atrasado en el que vivía en Italia, se había ido a estudiar su carrera en una ciudad importante de su país, pero por la crisis no había conseguido trabajo y se había venido aquí siguiendo el ejemplo de muchos italianos. Pero ella no se relacionaba con sus compatriotas que hubieran podido ayudarla y despreciaba las posibilidades de socializar con ellos. También su demanda era por angustia constante y por insomnio.

También sus dos anteriores relaciones habían sido con hombres que la trataban mal. 

Esta errancia sin objetivos claros, que la hace huir de su pueblo atrasado encandilada por la imagen ideal de Barcelona,  se suma a su posición masoquista ante esos hombres que la maltratan, que tienen que ver con su relación con el hermano mayor. En su país, aunque no sea en su pueblo, podría tener una vida un poco mejor trabajando en la administración pública para lo que está preparada. Finalmente decide volver a Italia.

Para terminar mencionaré a K. Es un hombre de un país africano. Es apuesto, inteligente y con una buena formación. Pero su problema es una angustia permanente porque tiene una idea de sí mismo por encima de sus estudios y sus posibilidades al menos en Barcelona.  Su padre ha sido un dirigente político importante y esta figura está presente sin cesar en su discurso y en sus sueños.  K aspiraba a grandes hazañas para demostrarle a su padre su valía. No quiere ni pensar en pedirle alguna ayuda. Estuvo un año viniendo con algunas ausencias por viajes y finalmente pudo aceptar un trabajo en una ONG en África, aunque no tuviera el brillo y la presencia política del padre.

Creo que es posible pensar que este tipo de casos, con los que realizamos estas entrevistas que llamé “de pasaje”, son la manifestación de un hecho sociopolítico que es la globalización, en que el malestar se manifiesta en consecuencias de pérdida de la identidad, individualismo, competencia, y al mismo tiempo la creencia errónea de que el problema está en el que fracasa, ya que “el que quiere puede” y la errancia a que esto lleva y a la que se ven abocados los jóvenes actualmente. También me atrevo a decir que, en un espectro más amplio de tiempo, la creación de Umbral que en sus inicios respondió a un motivo un poco más reducido, como la acogida a argentinos recién llegados, luego creció hasta tener más de 100 profesionales colaboradores para dar cabida a estas demandas.

En estos casos de que hablé el trabajo de análisis les permitió reconocer la distancia entre su yo ideal y el ideal del yo, y proponerse objetivos menos sacrificados para satisfacer el superyo. Quién sabe si más adelante en sus vidas seguirán un análisis, pues por supuesto habrán de enfrentarse a otras dificultades de la vida. Otras entrevistas han resultado preliminares, y los analizantes han continuado su trabajo.

Graziella Baravalle

 

 

 

 

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